Capítulo XVII


6 de Diciembre de 1805


XVII 
El cuaderno de Junot
Ça ira 


Me ardieron los ojos por la luz del sol que despuntaba en el amanecer. Una de las cosas que lamentaba era que no hubieran inventado las gafas para el sol. Eran casi las 7 de la mañana y el campamento hervía de actividad. Desmonte de tiendas, acarreos de avituallas, riendas de animales, piezas de artillería, todo estaba en movimiento. 

Murat y Bernardotte ya se habían puesto en marcha muy temprano. Cada uno hacia su destino. 

Cuando Berthier salía de la enfermería llegaba el primer correo. El hombre era un húsar que desmontó de inmediato ante Segur. Este le alcanzó la carta que traía de parte de Murat, Berthier la leyó en voz alta: 

"Saludos, Mariscal: 

Las noticias del combate llegaron a Londres muy prontamente. La población abandona sus casas y huye hacia el Norte. Por los datos conseguidos el Rey se refugia desde ayer en Birmingham pero los rumores dicen que se trasladará a Edimburgo, dado que los puertos principales están bloqueados por nuestra marina. 

Entre los hombres que se escaparon de la batalla estaba Jorge, el duque de Brunswick, el heredero a la corona. También se habla de una batalla en el puerto de Liverpool donde los nuestros habrían desembarcado. Pero salvo el bloqueo a la capital no hay nada confirmado. 

En Epson la noticia convirtió a la ciudad casi en un pueblo fantasma. Allí espero órdenes. Salvo la guardia del rey, no hay más esperanza que la llegada de sus generales de las colonias en la India y el Sur de Africa. Aquí no tienen más que la marina y está ocupada en salvar los puertos, pero el miedo comienza a notarse. 

Murat" 

-Junot, dígale a Segur que convoque una reunión. Preparaos para avanzar hasta Epson y Londres. 

Llegué a su tienda, él y Sebastiani ya estaban ahí, desayunando. Tenían el ánimo muy predispuesto, no solo por el resultado de la batalla, sino también porque no se veían nubes, y no había viento. Aunque la temperatura era fría, era una mañana agradable. Me senté a desayunar con ellos. 

En pocos minutos, todo el Alto Mando estaba reunido, incluidos los segundos oficiales y edecanes, menos los hombres que antes del amanecer habían emprendido la marcha. Al mismo tiempo recibimos noticias del segundo correo que dejó la carta en manos de Sebastiani. 

-El puerto de Dover es nuestro. La línea de comunicación con Boulogne es constante. Las novedades son alentadoras: Magón deshizo el bloqueo sobre Brest y luego de Portsmouth el almirante Ganteaume se dirige hacia el Norte por el mar de Irlanda, así que no se descarta lo de Liverpool. Lucas ya bloquea la desembocadura del Támesis. 

-Perfecto Sebastiani.- respondió Berthier -Las noticias de Murat también son alentadoras pero tenemos que actuar rápido. Primero aseguremos Londres. 

Desplegamos los mapas de rutas. 

-El grueso entraremos por Epson. Lannes, usted reformará su cuerpo de combate con las divisiones de Junot. Tanto Bourcier como Friant con sus respectivos regimientos están ahora a su cargo en el nuevo Segundo cuerpo de ejército. Se reunirá con Bernardotte en Dartford, allí atacarán la retaguardia de las defensas costeras. Si Lucas tiene bloqueado el puerto, debemos facilitar el desembarco para que establezcan base en tierra. 

Soult usted partirá primero hacia Epson, allí se reunirá con Murat y seguirá camino a Birmingham para alcanzar al Rey. Debemos mantenerlo entero para que firme su abdicación. El otro objetivo son los hijos, especialmente el mayor George y el Segundo Federico que es el Comandante en Jefe de las fuerzas del reino. Debemos anularlos a los dos. El tercero, William, será quien ocupe el trono. No descartamos que alguno de los tres esté junto a su padre. 

Otros a anular serán Sir William Pitt y Sir John Jervis. El primer ministro es solo un político, pero maneja las finanzas del país. Si lo tenemos, acabamos con la fuerza de Inglaterra. El otro es el ministro de guerra y parece tener en su mano los presupuestos del almirantazgo. No deje de mantenernos informados sobre sus pasos. 

Sebastiani, a partir de ahora está usted a cargo de la Guardia Imperial hasta el regreso de Junot. Esa será la única fuerza que me acompañe. 

Segur, usted partirá de inmediato a Epson llevando las novedades del plan a Murat para que esté listo en cuanto llegue Soult. Volverá con las divisiones de Kellermann, Beaumont y Milhaud o sea toda la caballería de reserva que hasta hoy llevaba Murat. Y con ella se pondrá a disposición del tercer cuerpo al mando de Marmont. 

Usted Junot, trasladará a los prisioneros y enfermos hasta Dover. ¿Alguna pregunta? 

-Si, Mariscal- Fue Marmont quien habló –Sugiero que mandemos una división hacia Gales e Irlanda, para asegurar el Sur de la isla. Si los rumores de Liverpool se confirman la marina también tendrá bases sobre el Atlántico y solo nos quedará Escocia después de Londres. 

-¿Puede hacerlo usted? 

-Si 

-Trace un plan, partirá desde Epson. Sebastiani, adjunte al tercer cuerpo del Mariscal Marmont las divisiones de Segur. 

-¿Mariscal Marmont?- Preguntó Ney 

-A partir de ahora sí, y no será el último. También asumen ese cargo Lannes y Junot. Sebastiani y Segur serán promovidos a partir de ahora a Generales de División. Lo dejaremos en claro sobre el papel cuando volvamos a París. 

-¿Qué hay sobre el Emperador? 

-El cuerpo de Napoleón partió en secreto hacia Boulogne junto con una comunicación a su hermano José. Estas son disposiciones del propio sire, quien exigió que su hermano herede el trono como regente. Para no tener problemas y meditar el tema, le comuniqué que Napoleón fue herido mortalmente, pero que aún esta en manos de Larrey quien espera recuperarlo. La verdad es que el cuerpo descansará en un lugar seguro en el continente hasta que volvamos. Junto con él también va el general Le Blond. 

Solo tres de nosotros saben a donde y los otros dos tienen orden de no decirlo. Una vez terminada la campaña en Inglaterra, nos sentaremos a discutir los pasos a seguir. Ante el resto del ejército y el enemigo, Napoleón Bonaparte debió partir a Francia por asuntos políticos urgentes y en cuanto pueda volverá a reunirse con nosotros. Agradeceré que no hagan mas preguntas hasta que llegue ese momento. 

Una de las cosas que había aprendido era a prestar mucha atención cuando Diego Berthier hablaba. Ya no me asombraba como manejaba la situación, y la seguridad de sus órdenes hacía que nadie sospechase en lo más mínimo de él. Y confiaba cuando decidía algo por mí. Al parecer me había ascendido junto con otros, y me mandaba a hacer algo. Guardaba silencio y tomaba nota con mi cabeza. 

-Los dejo en libertad de partir cuanto antes. Marmont, Junot, Lannes y Sebastiani necesito unas palabras con ustedes. 

Mientras los demás salían Berthier le envió recado a Larrey y a un tal Dufriche que eran los dos médicos para que se presentaran. En cuanto llegaron nos sentamos alrededor del mariscal al mando. 

-El tema de la reunión es el traslado de enfermos, prisioneros y el cuerpo del emperador a Francia. 

-¿El sire no estaba ya camino a Boulogne?- pregunto Sebastiani 

-Debemos sopesar todas las reacciones posibles, y como no quería sorpresas, decidí mentir para evitar todo tipo de debates antes de tiempo. Napoleón será trasladado a Boulogne acompañado de una guardia imperial. Estos hombres serán elegidos por el General de División Sebastiani- el hasta ahora general de brigada no reprimía su alegría por el ascenso –Pero será el Mariscal Junot quien llevará a cabo la operación. Trasladarán al Sire junto con los lisiados de combate. Estos hombres seguirán a Junot a París, mientras en Boulogne la guardia ocultará y protegerá el cadáver de Bonaparte bajo las órdenes del doctor Dufriche y su cuerpo médico. Nadie más sabrá de esta conversación y sus movimientos. Una vez en París, Junot entregará una carta de mi parte a Lucien Bonaparte donde le indico que su hermano esta grave pero vivo, y le pide que comunique a José que asuma la regencia temporal en Francia.

-¿Y que hay de los prisioneros?- pregunté. 

-No confío en dejarlos en tierra. Sería bueno que la marina dispusiese de algún barco para convertirlo en prisión momentánea, o bien mantenerlos custodiados en Dover. Será un lastre menos. Los enfermos que se puedan recuperar serán trasladados con nosotros para curarlos en Londres… 

Larrey se ocupó del tema del cadáver junto con Dufriche. Enviaban seis cuerpos mas, oficiales todos, para esconder al Sire. Sebastiani juntó 50 hombres en total, todos de la vieja guardia, a quienes les comunicó las órdenes pero no dijo nada sobre el cuerpo. 

-De ser posible- dijo Dufriche -prefería que solo se quedaran unos veinte y llegado el momento ya les daré las órdenes pertinentes. Al menos que el mariscal Junot decida lo contrario. 

-Esa parte se la dejo a usted, doctor. 

-Bien,- continuó Larrey -ya que tenemos el apoyo del Mariscal Junot, podríamos evitar quedarnos en Boulogne. Tampoco sería bueno acercarnos a París, hay mucha gente y sería más difícil mantener el secreto. Mariscal, ¿Cuánto tiempo cree usted que deberemos mantenerlo? 

La pregunta de Larrey descolocó a Berthier. Arriesgó un número. 

-Supongamos unos 10 días, contando traslados inclusive. 

-Son muchos, pero trataré de mantenerlo lo mejor posible.- Dijo Dufriche 

-Aguante tres días contando a partir de hoy- ordenó Larrey –Si para ese momento no recibe otra comunicación del mando de Berthier o Junot, proceda a embalsamar. A él y a los demás oficiales. Para esto será mejor establecerse en Amiens.

El hospital está muy bien equipado, yo mismo lo organicé. Allí encontrará de todo y no le molestará nadie. Pero no trabaje en el mismo centro, busque una casa apartada y que la guardia esté atenta pero que no llame la atención. Pídale fondos a Darú si es necesario. Cuénteles que nos encontramos con una peste nueva, altamente peligrosa por su nivel de contagio, y necesitamos estudiarla. Por eso llevamos siete cadáveres de soldados infectados que serán abiertos en aras de la ciencia. De esta manera no se le acercarán ni para saludarle. 

Cuando nos pusimos de acuerdo en la operación, el Mariscal despidió a los médicos y nos quedamos a solas mientras él escribía una carta. 

-¿Se puede saber que coño hago yo en París? 

-¿No te querías ir? Dijiste que recordabas el camino de vuelta. 

-¿Y tu? 

-Yo ya veré como salgo. Además ahora quiero ver como termina esta historieta. Esta es tu oportunidad. Cuando llegás a Francia disponés de veinte hombres y los dejás en manos del médico. Le contás la batalla a Darú y le decís que Dufriche y sus hombres tienen libertad de acción por órdenes del sire. Que van a establecerse en Amiens para investigar esa enfermedad espantosa y muy contagiosa, y, sobre todo, que el asunto debe mantenerse en absoluto secreto. Así no se acercará. 

Por otra parte, sin avisar, mandás un correo con esta carta a Lucien Bonaparte, ese hermano es el presidente de la Asamblea, y te vas al palacio donde nos juntamos por primera vez. Allí los mandás a descansar a todos, decís que darás un paseo a pie y te borrás del mapa. Fin de tu historia. 

-¿Y si falla algo? 

-No tiene porque fallar nada. ¿Qué? ¿Te estas encariñando conmigo? 

-Cagüentusmuelas!!! No sé, algo puede salir mal. Si ha cambiado la ruta o la plaza por donde llegamos, o algo así… también hay que tener en cuenta que si el petit cabrón está vivo, las cartas las tendría que firmar él. 

-No, basta con el sello del imperio que me dejó en el llavero por medio de Larrey. Mirá, te voy a hacer otra carta con tu ascenso a Mariscal. Se supone que soy el ministro de guerra y Jefe de Estado Mayor, así que fuera de mí y a falta del emperador nadie te puede dar órdenes, salvo el propio José Bonaparte así que tratá de evitarlo. Si pasa algo tomá las disposiciones que te parezcan. Siempre podés decir que te mandé a llamar y volverte. Bastará con que te vuelvas a Boulogne y te subas a un barco para acá. Tu guardia obedecerá lo que le ordenes. ¿Te parece bien? 

-Vale. Eso está mejor. ¿Has visto que al final eres el “capo máximo”? 

Nos reímos los dos sacándonos la tensión de encima. Me parecía un buen tipo, pero los nervios podían traicionarnos en cualquier momento. Me sentiría mas tranquilo si lograba irme de esta historia. 

En cuanto me dio las cartas fui a prepararme. Yo ya me llevaba bien con el personaje. Dictaba las órdenes básicas sin problemas. Así que enseguida tuve todo listo. La pequeña fila se componía de los cincuenta hombres uniformados, unos 200 lisiados, un regimiento que custodiaba a los casi 3.000 prisioneros que entregarían en Dover y volverían luego a las filas de Sebastiani. También iban los siete cajones fúnebres y unos doce enfermeros bajo el mando de Dufriche. 

Por otro lado, Soult y Lannes ya estaban partiendo, cada uno por diferentes caminos. Detrás de Soult se preparaban Ney, Marmont y los regimientos de Berthier. Cuando nos poníamos en marcha los vigías descubrieron a Sebastiani que se acercaba con los nuevos hombres de Marmont.

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